Hay actores que son venerados por su
capacidad de cambiar de registro en cada papel que interpretan. Preparan su papel
durante intensísimos periodos de entrenamientos, prácticas, formaciones, etc.,
e incluso alteran su físico de manera drástica, llegando a poner, en ocasiones,
su salud en riesgo, hasta convertirse en el personaje deseado. Debido a esa voluntad
y a esa aparente facilidad para adaptarse a distintos papeles en cada película,
los calificamos de ‘camaleónicos’. Daniel Day Lewis, Rober de Niro, Javier
Bardem; Meryl Streep o Nicole Kidman… Todos ellos son, según las redes, internacionalmente
reconocidos intérpretes camaleónicos. Hay camaleones en las artes escénicas,
pero también los hay en el deporte, en la música, en las finanzas… La palabra
‘camaleón’, de origen heleno, significa ‘león que va por el suelo’. De ahí que
todo aquel que es asociado al reptil en cuestión es un león que lo puede todo,
que se adapta a todo. Una persona camaleónica es también aquella que posee la
habilidad de cambiar de actitud o comportamiento en función del contexto, para
poder salir airoso de una situación o lograr lo que se propone. Puede adaptarse
al medio rápidamente, como el camaleón, que cambia en cuestión de segundos su color,
según el medio en el que se encuentre. Esta habilidad para cambiar hace que a
muchos las personas camaleónicas no les impriman mucha confianza. Sin embargo,
dicen los expertos en psicología que son personas más abiertas, que aceptan
mejor los cambios y son más empáticas con quienes les rodean.
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 21/09/19)