Los
tripulantes del narcosubmarino que portaba más de tres toneladas de cocaína y
que fue interceptado en aguas gallegas hace un par de semana provocaron el
hundimiento del semisumergible al llegar a la costa, para abandonarlo
posteriormente, al haber sido descubiertos. Y así lo narraba algún medio de
comunicación: la nave ‘hacía aguas’. Lo que en realidad quisieron transmitir es
que el submarino se estaba hundiendo, que ‘hacía agua’, no que se hiciera pipí.
El cambio del singular al plural de la palabra ‘agua’ fue poco acertado, pues
el significado de la expresión que la incluye cambia completamente en función
del morfema de número (‘-s’) con el que va. Hay muchas palabras en castellano
como ‘agua’, cuyo significado cambia cuando se ponen en plural. No es lo mismo
el deber que los deberes, el resto que los restos, el humo que los humos ni la
esposa o las esposas. El término ‘palabra’ es también uno de estos casos.
Alguien puede ‘tener la palabra’ (tener el turno para hablar) pero no ‘tener
las palabras’ (no saber qué decir). El plural puede marcar una diferencia. En
una época en la que, aparentemente, tener más es sinónimo de grandeza y
poderío, el singular prevalece ante el plural, al menos en el caso de la
palabra. Tiene, sin duda, más peso ‘la palabra’ de alguien notorio que ‘sus
palabras’; al fin y al cabo, estas se las lleva el viento. La primera es
sinónimo de compromiso, de ofrecimiento y promesa; las segundas de voces,
expresiones y verbos (acciones), todas más efímeras, pasajeras. Palabras de
filóloga.
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 7/12/19)