domingo, 19 de mayo de 2019

Repelús

Cuando algo nos da repelús nos produce miedo, asco, vergüenza (ajena, quizá) o rechazo; o todo eso a la vez. Si uno escribe en Google «cosas que nos dan miedo», o «asco», se topará con un sinfín de entradas. Curiosamente, si sustituye esas sensaciones por ‘repelús’, no le aparecerá nada. Y es que no hay una definición completa para este término. Según la RAE, el repelús es un temor indefinido o la repugnancia que inspira algo. Efectivamente, los pasillos oscuros o los sótanos provocan a muchos un miedo irracional. Para otros, las heridas en la piel, los insectos, o el sudor ajeno, resultan repelentes. Hasta pensar en el dentista es, para algunos, algo terrorífico y, para otros, no obstante, algo asqueroso. Aun así, nos estremecemos también por causas que nada tienen que ver con lo temeroso o repugnante. La textura de algunos alimentos, como la piel del melocotón, por ejemplo; morder papel de plata o algodón, las uñas en la pizarra o incluso pronunciar algunas palabras, nos dan repelús. Provocan en nosotros una sensación de intranquilidad, unos escalofríos pasajeros, que tratamos de evitar. De manera menos evidente, quizá, incluso las muestras públicas de amor provocan en muchos ese repelús. Parece difícil definir este término, por tanto, englobando en una voz todas esas sensaciones que suscita: miedo, asco, escalofríos, nerviosismo, vergüenza… La inexistencia de equivalentes literales en otros idiomas también lo demuestran. El término ‘repelús’ expresa un concepto cuasi inefable, realmente, la voz castellana es compleja.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 11/05/19)

domingo, 12 de mayo de 2019

Todista


Una célebre campaña publicitaria nos ha estado preguntando desde hace ya algunos meses si somos o no ‘todistas’, es decir, si poseemos o no su producto que lo cubre todo. Aunque no aparezca aún en nuestro diccionario, el ‘todismo’ es un concepto de largo recorrido histórico, que aparece en disciplinas diversas ─sobre todo en la política─ y que hace alusión al hecho de generalizar, de transformar la parte en el todo, evidenciando así cierta mentalidad lingüísticamente totalitaria que elimina matices y excepciones. Un ejemplo claro es el del uso del gentilicio ‘americano’ en lugar de ‘estadounidense’, con todas sus implicaciones políticas y culturales. El lenguaje ‘todista’ de los políticos, con continuas expresiones del tipo ‘absolutamente’, ‘siempre’, ‘jamás’ o ‘todo’ y ‘todos’, tiene una función enfática que poco a poco ha ido adoptándose en otros ámbitos: ‘terrorismo machista’, por ejemplo, ilustra esa expansión. Ahora se abusa cada vez más de esta formulación hiperbólica, también en las conversaciones coloquiales. Para algunos, es reflejo de la exageración temperamental; para otros, se trata de pereza (o pobreza) mental. Según explica la Fundeu, el ‘todista’ es el profesional que abarca o quiere abarcar muchas áreas sin estar especializado en ninguna. Es lo contrario al especialista y, por lo tanto, debería poseer conocimientos en más de una disciplina. Pero el matiz peyorativo que reviste el término en cuestión convierte al ‘todista’ en un polímata de tres al cuarto. Ya se sabe, quien mucho abarca poco a prieta.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 04/05/19)