domingo, 15 de septiembre de 2019

Fanfarria

Tristemente está llegando a su fin la temporada de fiestas populares, barullo y chufla, que concentra el periodo estival. En él se refleja parte de nuestro acervo folclórico-cultural, a través de las charangas y fanfarrias que animan los pueblos esos días y esas noches. Esa estampa es propia del veraneo popular y las fanfarrias son un elemento indispensable. Una fanfarria es, en su tradición histórica, una pieza musical corta interpretada por instrumentos de viento metal y percusión, que se utiliza para actos ceremoniales: una obra de mucha presencia, debido a la naturaleza de los instrumentos que la interpretan. También se denomina fanfarria al conjunto de músicos de metal y percusión que toca obras breves de gran intensidad y brillantez, ensalzando así el acto en el que intervienen. De ahí que la labor de las bandas municipales y las fanfarrias en las fiestas populares sean la de generar el alboroto y la alegría que nos ayudan a escapar de la rutina en estas fechas tan particulares. El término fanfarria, sin embargo, va más allá de su definición lúdico-musical, al relacionarse con el verbo ‘fanfarrear’ o ‘fanfarronear’. Si la fanfarria en música es una pieza ruidosa y presente, metafóricamente se utiliza también para referirse a dichos que resultan impertinentes o arrogantes. A fin de cuentas, el fanfarrón es aquel que muestra más de lo que en realidad es, alguien aparente ante los demás, que alardea de unos valores de los que carece realmente. Otra acepción de fanfarria es, por tanto, la de bravuconada o fantasmada.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 07/09/19)

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