Si de las conductas prepotentes de los
varones hacia las mujeres hemos acuñado el término ‘machismo’ y de las
persecuciones y la discriminación de un grupo racial hacia otro el de
‘racismo’, podemos conceptualizar los comportamientos y las actitudes negativas
que mostramos hacia nuestros mayores y lo denominamos ‘viejismo’ o ‘edadismo’.
Definido como «la estereotipificación y discriminación contra personas o
colectivos por motivo de edad», el edadismo fue acuñado en 1968 por el
gerontólogo Robert Butler para poner de manifiesto los prejuicios que se
sustentan contra las personas de edad avanzada (pese a lo subjetivo de la
definición) y claramente comparables a los patrones machistas o racistas. Lo
positivo de reconocer estas dolencias sociales es poder hacerles frente. Por
eso, si hoy es común hablar de ‘micromachismos’ y de ‘microrracismos’, se
plantea también poner de manifiesto los ‘microviejismos’. Cuando hablamos de
‘viejos verdes’ o equiparamos los comportamientos de nuestros mayores con los
de los niños; cuando damos por hecho que no sabrán abordar el uso de un
producto tecnológico porque «son de otra época» o cuando les achacamos un
carácter intolerante y malhumorado de serie, estamos poniendo en práctica este
concepto. Según el DRAE, un ‘viejo’ es alguien de edad avanzada y lo viejo está
‘deslucido, estropeado por el uso’. El ‘viejismo’ subraya este tono peyorativo atribuido
a nuestros mayores y el prefijo que le antecede, ‘micro-‘, hace hincapié en los
pequeños actos inconscientes que inciden en la marginación
edadista.
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 13/04/19)
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