Estos
dos términos son apócopes de los sustantivos ‘tono’ y ‘sonido’ respectivamente
y su uso coordinado aparece en la conocida expresión coloquial ‘sin ton ni
son’. En música se utiliza esta expresión cuando un instrumentista irrumpe de
manera discordante en medio de una pieza musical que está siendo tocada por un
conjunto. En este caso, el músico en cuestión ‘entra sin ton ni son’ a la obra,
fuera de tono, desafinado y a lo loco. Fuera del ámbito musical, la expresión
se utiliza de manera coloquial para indicar que algo está alejado de todo orden
o medida, también fuera de ocasión o de lugar. El uso de esta expresión aparece
documentado ya desde la Edad Media, bajo el mismo significado, de distintas
maneras: ‘sin ton ni son’, ‘sin ton y son’, ‘sin son ni ton’ y ‘sin son y ton’.
Sin embargo, es en el siglo XIX cuando parece consolidarse en documentos
literarios el uso de la expresión tal y como la conocemos. Se utilizaba,
principalmente, junto a los verbos ‘hablar’ y ‘huir’ (y otros similares). Hoy
día, nuestros medios recogen testimonios que describen legislaturas que
discurren sin ton ni son, programas electorales y activismos políticos sin ton
ni son, a algunas ONG que subvenciona sin ton ni son, o personajes con cierta
responsabilidad mediática que hablan sin ton ni son. La escena política actual,
analizada desde esta perspectiva, no parece tener fundamento. No obstante, el
verbo con el que más aparece esta locución adverbial es ‘hablar’, ‘hablar sin
ton ni son’, o decir cosas sin sentido. Hace falta ton y son.
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 23/02/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario