domingo, 11 de noviembre de 2018

Desaprender

Estamos en la era de la innovación y del fomento de nuestro talento y nuestra creatividad. De ahí que haga falta romper moldes, hábitos y tradiciones con el fin de reinventarse y destacar. Con tal objetivo, muchas voces nos sugieren desaprender lo aprendido –¿no recuerda al trabalenguas? El desenladrillador que lo desenladrille... El reto está en descubrir qué es lo que hay que hacer para desaprender, qué quiere decir esa palabra. Desaprender no es antónimo de aprender. Si aprendemos, adquirimos conocimientos y experiencias, las cuales quedan en nosotros para siempre. No podemos simplemente eliminar aquello que hemos aprendido. Lo contrario de aprender sería ignorar esos conocimientos o no participar de esas experiencias, pero no eliminarlas; ni tampoco olvidarlas: aunque olvidemos, esa adquisición resta en nosotros de manera latente. Por lo tanto, desaprender tampoco es sinónimo de ‘olvidar’ o ‘dejar de aprender’. El término en cuestión adopta ciertas connotaciones de enriquecimiento, de apertura de miras o de rebeldía frente a lo establecido que son propias de aquel que se cuestiona las cosas y el cual, a través de su propia experiencia y formación, amplía sus conocimientos: aprende, en definitiva. Quienes aceptan el uso de esta palabra piensan que para reinventarse hace falta olvidarse de todo lo aprendido, despojarse de todos los conocimientos y vicios culturales establecidos. Si esto no es posible, mejor ser consciente de ellos y construir sobre esos cimientos, en la dirección elegida, pero seguir aprendiendo.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 09/11/18)

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