domingo, 17 de marzo de 2019

Endilgar

Cuando ‘endilgamos’ algo a alguien, le endosamos algún trabajo molesto que nos queremos quitar de encima o delegamos en otra persona acciones y decisiones que nos corresponden. En sus declaraciones de la semana pasada ante el juez, por ejemplo, el exministro Zoido «endilgó» la responsabilidad de las acciones policiales del día del referéndum catalán a sus subordinados, desprendiéndose así de toda obligación. El verbo ‘endilgar’ es un término coloquial cuyo uso habitual es el de traspasar a otro la carga de algo. Pero de manera figurada también endilgamos culpas (se la echamos a otro y así nos liberamos de la misma) o endilgamos etiquetas a personas que no son de nuestro agrado, subrayando su condición más débil. A veces confundimos el término con ‘endiñar’ (dar), en frases como «le endilgaron patadas en el vientre». De este mismo modo se endilgan lecciones o mensajes, normalmente hirientes. No obstante, también se utiliza con la idea de acomodar, facilitar o encaminar algo. De esta acepción surge, quizá, la expresión ‘endilgar el agua’. Antiguamente, el agua que se sacaba de los pozos y servía para regar los terrenos se endilgaba: había que encauzarla desde el pozo hasta el huerto, asegurándose de que no se desviara a terrenos contiguos. Dicha labor consistía en tapar las entradas a otros huertos y eliminar del cauce dispuesto las ramas y cortaderas que pudieran obstruir el camino que recorría el agua. Lógicamente, la segunda acepción de ‘endilgar’ queda prácticamente relegada a usos literarios en los tiempos que corren.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 09/03/19)

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