domingo, 23 de diciembre de 2018

Ágape

El término ‘ágape’, aunque no forme parte de nuestro repertorio léxico más habitual, está archivado en nuestra mente como sinónimo de banquete, de reunión en torno a una mesa donde abunda buena comida. De ahí que resulte un título no demasiado manido y de fácil asociación para comercios y productos relacionados con la mesa. Existen muchos restaurantes que se llaman Ágape, también centros de nutrición y salud; hay incluso sofás comercializados bajo ese nombre, quizá por aquello de que lo que más apetece después de una comida opípara es echarnos una siestecilla en un buen sofá mullido. No obstante, esta acepción de la palabra solo es una extensión semántica registrada a partir del siglo XIX. El origen del ágape se remonta a las comidas fraternales de carácter religioso entre los primeros cristianos, en las que se estrechaban lazos y se celebraba el amor a Dios y Su amor hacia el hombre. La palabra ‘ágape’, en realidad, es griega y significa ‘amor’. Quizá más de un lector recuerde la canción que popularizó Ana Belén a finales de los setenta, Agapimú (‘amor mío’). El ‘amor ágape’ es un amor incondicional y de buena voluntad, y quien ama mira por el bien del ser amado únicamente, como se refleja en el Nuevo Testamento. De forma más terrenal, podría equipararse al amor hacia nuestros hijos, o al amor hacia nuestra pareja, quizá. En estas fechas más que nunca se hace patente el trinomio amor-reunión familiar-comida. Por eso, cuando hablemos de ‘cena’, ‘comida’, ‘banquete’ o ‘festín’ pensemos en ‘ágape’ y su significado pleno.

(Publicado en el suplemento Territorios de El Correoel 22/12/18)

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