El
término ‘ágape’, aunque no forme parte de nuestro repertorio léxico más
habitual, está archivado en nuestra mente como sinónimo de banquete, de reunión
en torno a una mesa donde abunda buena comida. De ahí que resulte un título no
demasiado manido y de fácil asociación para comercios y productos relacionados
con la mesa. Existen muchos restaurantes que se llaman Ágape, también centros
de nutrición y salud; hay incluso sofás comercializados bajo ese nombre, quizá
por aquello de que lo que más apetece después de una comida opípara es echarnos
una siestecilla en un buen sofá mullido. No obstante, esta acepción de la
palabra solo es una extensión semántica registrada a partir del siglo XIX. El
origen del ágape se remonta a las comidas fraternales de carácter religioso
entre los primeros cristianos, en las que se estrechaban lazos y se celebraba
el amor a Dios y Su amor hacia el hombre. La palabra ‘ágape’, en realidad, es
griega y significa ‘amor’. Quizá más de un lector recuerde la canción que
popularizó Ana Belén a finales de los setenta, Agapimú (‘amor mío’). El ‘amor ágape’ es un amor incondicional y de
buena voluntad, y quien ama mira por el bien del ser amado únicamente, como se
refleja en el Nuevo Testamento. De forma más terrenal, podría equipararse al
amor hacia nuestros hijos, o al amor hacia nuestra pareja, quizá. En estas
fechas más que nunca se hace patente el trinomio amor-reunión familiar-comida.
Por eso, cuando hablemos de ‘cena’, ‘comida’, ‘banquete’ o ‘festín’ pensemos en
‘ágape’ y su significado pleno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario