En el ecosistema vacacional del relajo
lingüístico, no he dejado de oír juegos de palabras de tipo pareado como Hola, caracola o Chao, pescao. Estas expresiones, definidas únicamente bajo el
sintagma que da nombre a esta sección,
asocian una palabra a otra simplemente porque riman. Dicha rima es consonante
en la mayoría de los casos, pero también puede ser asonante (Hasta luego, cara huevo). Al ser un
fenómeno oral, podemos encontrar fórmulas escritas como ¿Qué pasa, calabaza?, a la que podríamos responder con un Nada, limonada. Si una de las acepciones
de parear es la de formar pares de cosas, parear de esta manera ciertas
palabras resulta lúdico ante los niños, gracioso para algunos adultos y para
otros, no obstante, cargante, máxime teniendo en cuenta que hay quienes abusan
de este fenómeno lírico. El repertorio castellano es amplio. Los hay con
nombres de persona (En fin, Serafín)
o con nombres geográficos (Es un ful,
Estambul). Muchos surgen de la televisión, pues tienen su origen en
eslóganes publicitarios y marcas comerciales, en series televisivas o incluso
hacen referencia al mundo cinematográfico (¿De
qué vas, Bitter Kas?; Alucina, vecina;
Me las piro, vampiro o La cagaste,
Burt Lancaster). Este fenómeno no es exclusivo de nuestra lengua. En inglés
encontramos Bye bye, butterfly o So long, King Kong, además de la
archiconocida frase See you later,
alligator, famosa también en su versión castellana (Hasta luego, cocodrilo) pese a haber perdido la esencia de la rima.
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 8/09/18)
(Publicado en el suplemento Territorios de El Correo, el 8/09/18)
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